El Quijote de las Machas / A mi Padre

El Quijote de las Machas

Hay pocas personas que están más cerca de la descripción del personaje del Hidalgo Don Quijote de La Mancha, que un profesor Normalista, ahora, si él es un profesor Unidocente, de un pequeño pueblo, hablamos de un Quijote, silencioso, honesto, valioso.

Salíamos todos juntos en busca de la puesta de sol, uno siempre camina para encontrar cosas que llegan independiente del lugar donde esté.

La única calle de Maitencillo nos llevaba desde nuestra casa hasta la Caleta de pescadores, los botes ya ordenados para salir, la jornada terminada, vendida la pesca del día, solo quedaban, divididos en pequeñas bolsas, los productos que llegarían a las familias de cada pescador.

Los regalos, las bolsas con los tesoros irían solo a las casas elegidas, para quienes lo merecían, el pejesapo para caldillo, la lapa para la cazuela o las panas de congrio para la sartén.

Luego de la puesta de sol, cuando la luz aun nos acompañaba, regresábamos, mi casa nunca tenía llave,  para poder entrar corría hasta la puerta de atrás, la de la cocina.

La puerta tenía un cordel, una manilla dorada y lo mejor un clavo grande puesto a unos 6 metros de altura ( traducido a alturas de hoy 1.80 cm ).

Mi obsesión siempre fue ese clavo, corría a toda velocidad, yo calculo a unos 1000 kilómetros por hora, pensaba solo en el clavo. Justo al pasar bajo el zaguán lo podía ver, En ese momento el cariño de la gente, se convertía en una bolsa colgada de ese clavo, me gustaba lo que tenia la bolsa, pero más me enorgullecía es el cariño que le tenían a mis padres.

La gente de mar al regresar a su casa pasaban y dejaban sus agradecimientos ahí, en forma de un pescado, mariscos o jaiba mora.

Silente código, que todos entendíamos, eran las gracias a mi padre por decidir continuar su vida como Profesor Unidocente en la escuela de Maitencillo, eran sonrisas por que sus hijos aprendían a leer o podían sacar las cuentas de la venta de los pescados.

Mi papá hacía clases de 1º a 6º , en dos salas, con cuatro pizarrones,  un globo terráqueo en una y el la otra un pequeño cocodrilo embalsamado al que no se le podían sacar los ojos de vidrio, en teoría ( Si, fui yo papi, yo le saqué el ojo al cocodrilo).

Esta nota es bien especial, en ella, PapaGado sabrá que yo soy el Encargado.
Hola viejo, soy yo, no me corrijas la ortografía porfa, sabes que independiente de lo que he leído:

No logro saber como se visten la palabras de letras,
ni como caen las gotas de lluvia sobre las mismas formando los acentos.

Mi mente siempre está en una aventura lejana, si buscamos culpables, es claro que, si bien la culpa es mía, tu partiste con la cuestión de los cuentos y aventuras, los chistes simples y la costumbre de hacer volar mi imaginación.

La culpa es tuya, el agradecimiento infinito por esto, siempre será mío,
Gracias Sr. Profesor

 

En casa casi siempre cocinaba mi madre, de platos campestres, sabrosos, llenos de energía, cuanto sabía esa mujer. Pero había un plato que era de responsabilidad de mi padre. Las machas con sumo de ají verde.

Machas con sumo de ají verde y aceite de oliva.

Cuando la bolsa que colgaba en el clavo de la puerta estaba llena de machas se desencadenaba un operativo inmediato; Yo salía corriendo con un balde hacia la playa, cruzar la calle, luchar contra los terribles monstruos de los cochayuyos, navegar sobre un tronco regresado por las olas, después de correr hacia las gaviotas para que como remolino emprendieran vuelo, ( sabía que un día partiría con ellas), llenaba el balde con agua salada y partía la preparación.

Poner las machas en agua salada, en este caso se dejan toda la noche para que eliminen la arena ( nada peor que el sonido de la arena al morder una macha)

Al día siguiente, recolectar los ajíes verdes, sacar las pepas y las venitas interiores, poner en una picadora, juguera, moler el ají hasta formar una pasta, luego pasar por un tamiz, o tela para sacar el jugo de esa pulpa, reservar y lavar las manos ( porqué será que a uno siempre le pica la nariz o un ojo en este momento, no haga ni tal de rascarse )

Las machas, las abres y limpias, hay que retirar la parte negra y un nervio que llevan. Este trabajo que se hace con las manos. Si ve a alguien haciendo eso con un cuchillo, no coma lo que le sirva, esa persona no tiene idea de cocina.

Una vez limpias las lenguas, tome un chuchillo y golpee con el mango suavemente,
SUAVEMENTE ¡!!!!!!
No a lo bestia, así las lenguas, quedarán más blandas.

Agregue a las machas limón, ajo y los aliños, deje reposar la preparación durante un tiempo.

Sabor y textura de gran calidad, en el momento de servir mesclar el sumo del ají verde con aceite de oliva, batir un poco para incorporar, poner unas gotas sobre la preparación, según su gusto.

Al momento de servir, lo puse sobre un pan campestre con masa madre neutra, recién tostado, la crujiente corteza del pan, más el tostado fue una perfecta manera de contener al Quijote de las Machas.

Cierro esta nota, con una referencia al nombre de ella:

El Quijote de las Machas

Hay pocas personas que están más cerca de la descripción del personaje del Hidalgo Don Quijote de La Mancha, que un profesor Normalista, ahora, si él es un profesor Unidocente, de un pequeño pueblo, hablamos de un Quijote, silencioso, honesto, valioso.

La lucha diaria por sus ideales se hace carne en él, día a día mi padre recorrió el camino que lo llevaba desde su casa hasta la escuela, algunos de ellos con su hijo, quien de manera desmesurada consumía las historias que su padre le contaba.

A mi padre, Don Eduardo Alberto Vargas Pereira, profesor normalista, viejo hermoso.

“En un lugar de Maitencillo, de cuyo nombre no quiero olvidarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo, de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…”.

ChristianGado

Encargado.cl@gmail.com